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Foto del escritorAllen Rodriguez

Y SI NO...

Dios es maravilloso. Dios es bueno todo el tiempo. Y TODO EL TIEMPO, Dios es bueno.


3 friends in the fire with Jesus

Amigo/a, nosotros los cristianos estamos en el campo de batalla. Hace unos días me di cuenta de que estaba en una "zona de guerra espiritualmente activa" y estaba perdiendo la batalla. No podía dejar de pensar que había decepcionado a Jesús, y no podía dejar de culparme por ser un ser tan pecador que casi no tenía posibilidades de redención. ¿Has estado así? ¿Alguna vez te has preguntado por qué Dios siquiera se preocupa en intentar salvarte cuando apenas hay esperanza para ti? Yo estaba allí. Estaba luchando. Después de todo, soy un ser humano débil y pecador incapaz de comprender plenamente el amor abrumador de Dios por mí. Aun así, al darme cuenta de que estaba perdiendo la batalla, fui a la iglesia el sábado y me arrodillé pidiendo ayuda. Para el final del sermón, Dios me había hablado y cambiado radicalmente mi estado de ánimo espiritual.


El sermón comenzó discutiendo que Dios es bueno todo el tiempo, pero la pastora admitió que no siempre había vivido en la carne la forma de ver su entorno como "Dios es bueno todo el tiempo". A un familiar cercano le habían diagnosticado una masa en el cuerpo y la llevaron al oncólogo. Tan asustada como cualquiera, la pastora oró y esperó que todo estuviera bien... no fue así. A la persona le diagnosticaron cáncer con tan solo 21 años. ¿Quién cree cuando las cosas están tan mal que Dios es bueno todo el tiempo? Luego continúa explicando una falla en nuestra actitud de adoración.


La mayoría de nosotros, yo incluido, adoramos y buscamos a Dios no necesariamente por quién Él es, sino por lo que creemos que puede hacer por nosotros y en nuestras vidas. Inevitablemente, cuando las cosas van mal, esta forma de adorar se rebela contra nostros mismos y nos hace culpar a Dios, a nosotros mismos, o a ambos. Cuando las cosas que hacemos no salen como queremos, tendemos a retroceder y a enojarnos por la situación... tendemos a señalar con el dedo. Luego la pastora abre el libro de Daniel y lee el capítulo 3 de Daniel. Aquí encontramos la historia de Nabucodonosor y los tres amigos temerosos de Dios: Sadrac, Mesac y Abed-Nego. Nabucodonosor, siendo rey de Babilonia, decide erigir una enorme estatua de oro y hacer que todos se postren en adoración ante la estatua. Temiendo y sirviendo a Dios, estos 3 amigos deciden no hacerlo. Los funcionarios de la ciudad notan su falta de respeto y los llevan ante el rey quien, bajo amenaza de muerte, les dice que se inclinen.


Así es como fue la conversación (Daniel 3:13-18):


Al instante fueron traídos estos varones delante del rey. Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado? Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?
Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.

¿Viste eso? Las cosas se pusieron muy mal rápidamente para esos 3 amigos. Parecía no haber salida... o se inclinaban y se salvaban, o se negaban y serían arrojados al horno de fuego. Esta es la cosa, estos 3 amigos conocían la historia del evangelio como pocos de nosotros la conocemos. Estos 3 amigos conocían a Dios como pocos de nosotros lo conocemos. Ellos sabían que, en última instancia, Dios tiene el poder de hacer lo que Él sabe que es mejor para Sus propósitos, y por ende recurrieron a las promesas del Salvador y confiaron en que cualquier cosa que sucediera después era la voluntad de Dios. Podrían haber declarado con valentía que Dios los iba a liberar por tomar una posición en favor a Él, pero reconocieron que Dios es Dios, Dios es amor, Dios siempre será quien dice ser, y que las respuestas de Dios también, a veces, implican decir: "No". Sabían que Dios podía librarlos, "Y SI NO", aún así lo honrarían.


¿Cuán diferentes serían todas nuestras vidas si tan solo confiáramos en Dios de esta manera? Qué diferente hubiera sido para mí ese día confiar en Él de esta manera. Amigo/a, que nuestra oración de hoy sea: "Dios, déjame confiar en ti por quién tú eres. Déjame conocerte como nunca te he conocido y ayuda a que mi fe en ti crezca como nunca antes. Quiero confiar en ti, no porque Sé lo que puedes hacer por mí, pero por lo que ya hiciste por mí. Amén."


Hasta la próxima,


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