Cuando era niño en la iglesia realmente creía que la salvación era inalcanzable. Nada en contra de la gente de mi antigua iglesia, pero una y otra vez todo apuntaba siempre a las reglas de Dios. Durante un tiempo, mi imagen de Dios fue la de Él siendo el niño malo con una lupa esperando que nosotros diésemos un giro equivocado para quemarnos o lastimarnos. Quedó claro que nada de lo que pudiera hacer me ganaría un camino al cielo y que sólo obedeciendo me llevaría allí... pero, ¿cómo? Pecadores como somos todos, ¿cómo podemos alcanzar el estado de perfección que las normas de Dios parecen requerir?
Una y otra vez pensamientos como estos llenaron mi mente hasta el punto en que a veces incluso decidí voluntariamente no orar ya que, de todos modos, estaba "condenado al infierno". ¿Alguna vez te has sentido así? ¿Alguna vez has sentido que la salvación es tan difícil de lograr que es casi inútil siquiera preocuparse por ella? ¿Alguna vez te has sentido abrumado/a porque sabes que quieres honrar a Dios pero tu naturaleza simplemente te lo impide? Si es así estás en el lugar correcto. Déjame decirte la cura para erradicar por completo estos pensamientos de tu mente: conoce a Jesús.
Hace un tiempo, en un sermón escuché a un pastor decirlo de esta manera:
"El cristiano más miserable del mundo es aquel que conoce la ley pero no conoce a Jesus."
Esto no puede ser más cierto.
Cuando realmente llegas a conocer a Jesús y su carácter, comprendes el amor de Dios y cuando lo haces, inmediatamente te darás cuenta de que es casi imposible no ser salvo cuando acudes a Él. He aquí una historia que a menudo se subestima y se pasa por alto en la Biblia. Es la parábola del hijo perdido contada por Jesús:
"[Jesus] También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse." - Lucas 15:11-24
Amigo/a, tú y yo somos el 'hijo perdido' de esta historia. No hay NADA que puedas hacer para ganar el amor y el favor de Dios... la segunda parte de esta frase dice así: porque YA lo tienes. La gente de mi iglesia entendió bien la mitad de la historia, realmente no hay nada que pueda hacer para salvarme... lo que les faltó fue completar la frase de la siguiente manera: porque Jesús ya lo hizo por mí y lo único que tengo que hacer es venir a Él. El precio del pecado ya ha sido pagado por nosotros. Aquí está la parte para pelos: fue pagado en nuestro nombre incluso cuando Él sabía que todavía tenemos la capacidad de rechazar el regalo. Jesús no lo pagó para que ahora tengamos que seguirlo, sino para que tengamos la opción de seguirlo si así lo decidimos. Dios dio a Su Hijo por nosotros sin ninguna garantía... y un Dios que obra así, es un Dios que ofrece una salvación que es muy difícil de NO conseguir.
El amor de Jesús por ti y por mí es simplemente difícil de entender, pero es tan real como el hecho de que estás respirando en este momento. Ven a Él, conócelo y llegarás a la misma conclusión que yo: es imposible NO ser salvo.
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