No hace mucho tiempo, mi esposa y yo nos fuimos de vacaciones al Reino Unido y Europa. Visitamos Lisboa en Portugal, las Islas Canarias en España, Vigo en España y Londres en el Reino Unido. Fue un viaje muy bueno e hicimos nuevos amigos de Australia. Antes de ir a Londres, nuestros nuevos amigos australianos nos recomendaron hacer el tour del Castillo de Windsor. Nos dijeron que nos volveríamos locos y que íbamos a ver algo como nada antes visto. Sin dudar, nos conectamos a la red, compramos los boletos, tomamos un tren al área donde está el palacio y entramos. No hace falta decir que es un lugar muy hermoso y con una arquitectura increíble. Aquí está la cosa, entre toda esa belleza, no sentí admiración ni alegría. Sí, estaba disfrutando el hecho de estar allí, pero estar entre las riquezas de una dinastía y ver el lujoso estilo de vida que algunas personas tenían en la antigüedad frente a lo que vivía la población en general fuera de los muros del castillo, me revolvió el estómago.
Reyes, políticos, líderes... todo comenzó cuando un grupo de personas depositó su confianza en ellos. Las celebridades son celebridades porque les ponemos nuestra admiración y atención. Las personas en el poder generalmente lo están porque otros creen que pueden hacer una diferencia o porque otros simplemente quieren tener a alguien a quien admirar. Aquí está la cosa: los seres humanos son egoístas por naturaleza y fácilmente corruptibles. Agrega poder y dinero a la ecuación y la mezcla se vuelve mortal. Mientras caminaba por las habitaciones del palacio, no podía dejar de pensar en la riqueza extrema y los arreglos de vida que tenía esta familia, mientras que otros probablemente estaban fuera de sus muros luchando por encontrar comida o un techo. No podía dejar de ver cuán evidente era la distinción entre clases y cuán triste es el hecho de que algunas personas ponen su admiración en personas que probablemente nunca conocerán y que harán poco o nada por ellos. No podía dejar de pensar en la codicia de la humanidad.
Dios nunca quiso que Israel tuviera un Rey o cualquier tipo de estructura de jerarquía política. El plan de Dios para gobernar era Él como líder/Rey, y todos los demás en el mismo nivel "político"... sin distinción de clases o distribución de poder. Dios era la autoridad, nadie más. Sólo Él porque sólo Él tenía (y tiene) la capacidad de ser verdaderamente justo y de ver cosas que los demás no podrían ver. Por supuesto, el pueblo de Israel quería un Rey al que pudieran ver y hablar y eso nos lleva a Saúl. El resto (si has leído la Biblia) es historia. Saúl, quien comenzó como un Rey dirigido por Dios, se volvió hambriento de poder, se corrompió, comenzó a cometer injusticias sin consecuencias debido a la posición de poder... e Israel en su conjunto dejó de ser el mismo cuando la política entró en escena con humanos en la vanguardia del poder.
Amigo/a, no pongas tu confianza, admiración o incluso voto de confianza en seres propensos a la corrupción, la codicia, el egoísmo y la lujuria... pon tu todo en Jesús, en Dios quien nunca te defraudará ni te fallará. La Biblia dice:
"Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis." - Jeremías 29:11
a,a y admiración en Aquel que lo dio todo por ti y que ES amor. Toda la riqueza del mundo y el lujo que uno puede poseer decaerá con el tiempo y un día no valdrá nada. No te sorprendas por estilos de vida lujosos, dinero, poder… sorpréndete por el poder del amor a través de Dios, por la bondad, la generosidad, el desinterés. Dios nunca te fallará. Nunca olvides.
Hasta la próxima,
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